Por Sofía Madrid
En el 2016, habían pasado 15 años en la vida de los “Niños del Milenio” del país, un grupo de niñas y niños (jóvenes ya) de la costa, sierra y selva a quienes seguimos desde el 2002, y habíamos realizado la quinta visita (la Ronda 5), con la que finalizaba el estudio. Ello nos puso frente a una sentida interrogante de las familias: “¿Cuándo van a volver?”, quisieron saber varias de ellas. Una pregunta que, más allá de reflejar la relación de confianza y el reconocimiento logrados con los años, nos llevó a pensar en la posibilidad de continuar la investigación.
En el 2019, esta idea se concretó y así planeamos una nueva visita a los hogares. Se decidió que el recojo de la información se realizaría a mediados del 2020 (Ronda 6), encuestando a todos los jóvenes de la cohorte menor, de aproximadamente 18 años, y a los de la cohorte de más de 26 años.
En ese contexto, y para ubicar a toda la muestra del estudio, entre los meses de agosto y noviembre del 2019 realizamos la búsqueda o “rastreo de la muestra” a escala nacional, vía telefónica. Para ello, se comenzó llamando a los jóvenes que en la Ronda 5 dijeron tener por lo menos un teléfono en su hogar y, luego, para completar la búsqueda, se visitó a quienes no habían sido ubicados telefónicamente. Buscando facilitar el contacto con las familias, para este proceso se trató de reclutar a encuestadores que ya hubieran participado en anteriores rondas de recojo de información.
Así, logramos ubicar a un 91% de los jóvenes, que se mostraron dispuestos a actualizar sus datos y a seguir siendo parte del estudio. Ello nos permitió contar con información vigente y precisa para ubicarlos en el 2020 y poder organizar la Ronda 6. No obstante, el inicio de la pandemia nos obligó a cambiar los planes.
Cambio de planes: encuesta telefónica
A comienzos del 2020, el equipo estaba preparándose para llevar a cabo la Ronda 6 cuando nos sorprendió la pandemia de la COVID-19. El 16 de marzo se declaró el estado de emergencia nacional y se dispuso el aislamiento social obligatorio o cuarentena, una situación que se prolongó hasta fines de junio y que prácticamente paralizó al país. Frente a este panorama, los cuatro países que participan en el estudio –Perú, Etiopía, India (en los estados de Andhra Pradesh y Telangana) y Vietnam– acordaron postergar esa Ronda, pero creyeron conveniente reunir información sobre el impacto que estaba teniendo la crisis sanitaria en la vida de los jóvenes del estudio y sus familias, siempre para poder contribuir con evidencia al desarrollo de políticas públicas efectivas.
Así, se decidió realizar una encuesta para evaluar los efectos de la pandemia COVID-19 en la transición de los jóvenes del estudio al mercado laboral y a la educación superior, en su salud y bienestar físico y mental, así como en aspectos negativos que podrían afectar más a las mujeres. La indagación se realizó por vía telefónica, utilizando una tableta con el programa de encuestas SurveyBe para ingresar la información. Se la ejecutó en tres momentos, de junio a diciembre, con un intervalo mínimo de dos semanas entre cada una de las llamadas:
- Llamada 1: encuesta inicial (15 minutos), de junio a mediados de julio.
- Llamada 2: encuesta principal (30 minutos), de agosto a mediados de octubre.
- Llamada 3: encuesta principal (15 minutos), de noviembre a comienzos de diciembre.
La primera llamada fue considerada por el equipo como la más importante para el éxito de esta iniciativa: se trataba del primer contacto con los jóvenes y de su resultado dependían las otras dos llamadas. Por lo tanto, en su organización y ejecución se buscó lograr la misma relación de confianza que se había establecido en las anteriores rondas de recojo de información, reforzando el interés y decisión de los jóvenes de continuar siendo parte del estudio.
Sin embargo, debido a que en aquel entonces (junio del 2020) nos hallábamos en el tercer mes de la cuarentena, sabíamos que probablemente íbamos a encontrar en los hogares sentimientos de malestar, incertidumbre, temor y preocupación, no solo por la COVID-19 sino también por la situación económica, laboral, educativa, etc. Por ello, nuestra primera llamada telefónica fue planteada como una conversación amigable, encaminada a expresar primero nuestra preocupación e interés por la situación de los jóvenes y sus familias, a prestar atención a lo que decían y a responder sus dudas y/o consultas. Luego, se abordaron los temas del estudio explicando que, por la pandemia, la sexta visita planeada para junio del 2020 se había postergado, pero que ahora deseábamos reunir información sobre cómo estaban enfrentando la crisis sanitaria. Para ese proceso, se elaboró la “Guía de consultas para el encuestador” con datos, recomendaciones, medidas de apoyo e información sobre programas existentes, para que la persona que realizara la encuesta pudiera orientar y/o responder las preguntas de los jóvenes y/o familias. Además, se diseñaron diálogos, respuestas y procedimientos que se insertaron en el cuestionario, con el fin de que el encuestador pudiera manejar fácilmente cada caso, conservando la comunicación y, de ser necesario, aplicar los protocolos establecidos para resolver los casos de emergencia.
La respuesta de las y los jóvenes fue positiva: “Qué bueno que ahora se acuerden de nosotros”; “Por fin alguien diferente con quien hablar”, fueron algunos de los comentarios que se escucharon, mientras nos contaban la situación en la que se encontraban, sus temores, necesidades y preocupaciones. Al finalizar la primera llamada, se les informó que entre los meses de agosto y octubre se los volvería a contactar para saber cómo estaban y para invitarles a participar en otra encuesta sobre la COVID-19, solo si ellos aceptaban y daban nuevamente su consentimiento. Se les explicó, además, que debido a la emergencia sanitaria en esta ocasión no podríamos entregarles un presente en agradecimiento por su tiempo, pero que se les transferiría el equivalente a su costo (50 soles) a la cuenta de banco que ellos indicaran, una vez más, solo si estaban de acuerdo.
En resumen, con la primera llamada conseguimos que los jóvenes nos permitieran nuevamente ingresar a sus hogares, aun si de otra manera. La iniciativa fue exitosa: pudimos encuestar al 84% de los jóvenes. El tiempo promedio con cada uno de ellos fue de entre 30 y 40 minutos, aunque con algunos la llamada se prolongó hasta una hora.