Por Sofía Madrid

En octubre del 2020 se realizó la segunda llamada de la encuesta telefónica de Niños del Milenio sobre la COVID-19, que tuvo como objetivo conocer el impacto de la pandemia en la salud, economía, educación y trabajo de  los  jóvenes del estudio y sus familias. Aunque para ese entonces ya se había levantado la cuarentena nacional y se aplicaba un aislamiento social focalizado en los lugares más afectados por la crisis sanitaria, el reinicio de las actividades económicas era muy lento y los centros educativos continuaban cerrados.

En estas circunstancias, asegurar el éxito de otro recojo de información supuso adaptar varias de las estrategias que habíamos aplicado en rondas anteriores, así como enfrentar nuevos retos que creemos importante compartir porque guardan aprendizajes. A continuación, resumimos algunos de ellos.

La selección del personal de campo

La mayoría de los que realizaron el “rastreo” telefónico del 2019 permanecieron como encuestadores en el 2020, lo que facilitó el éxito de las encuestas telefónicas. La estrategia consistió en asignarle a estas personas los mismos jóvenes que habían ubicado en el 2019, asegurando de esta manera la confianza y la continuidad en la comunicación.

La capacitación en línea de los encuestadores

 Aunque se extrañó el contacto humano y una participación más dinámica, se observó una rápida adaptación del equipo al formato virtual. De esta manera, se pudo escuchar constantemente sus dudas, sus preguntas, sus sugerencias, etc. Si bien la señal de internet de los encuestadores no siempre era estable –lo que representó otro desafío–, los capacitadores se tomaron un tiempo adicional para absolver dudas y las sesiones se grabaron y compartieron.

La encuesta telefónica de campo

Pese a algunas dificultades –como las fallas en el servicio telefónico tanto urbano como rural, y los casos de jóvenes que habían cambiado de teléfono o que se encontraban en lugares desde donde no podían responder (un cuartel, una escuela militar, un penal, etc.) o donde no ingresaba la señal (una mina, la selva, la puna, etc.)–, la encuesta fue satisfactoria. El envío de mensajes estandarizados, tanto escritos como de voz y por WhatsApp, ayudó a resolver muchos de estos problemas. En comparación con el trabajo de campo presencial, en el que de acuerdo a un cronograma preestablecido se viajaba a las localidades donde vivían los jóvenes del estudio y se les aplicaba la encuesta uno por uno, la encuesta telefónica fue más dinámica, con pocos intervalos entre una y otra llamada, haciendo búsquedas, enviando mensajes, programando citas y encuestando a no menos de cuatro jóvenes por día.

Por otro lado, el hecho de que los encuestadores trabajaran desde su propia casa representó un reto, porque para varios fue difícil desligarse del todo de sus actividades hogareñas. Asimismo, el desgaste emocional fue inevitable. Debido a la relación de confianza, muchos jóvenes les hablaban de la crisis que estaban viviendo en su hogar y, aunque eran escuchados y se les brindó la atención necesaria, a menudo los encuestadores se quedaban con una fuerte carga emocional que se sumaba a su propia realidad familiar, también amenazada por la emergencia sanitaria. Por ello, se les ofreció un taller a cargo de una psicóloga especialista en estrategias de autocuidado y en técnicas para el manejo de las emociones, algo que fue considerado por los encuestadores una magnífica decisión.

Búsqueda de casos no ubicados

Se inició una búsqueda por Facebook de aquellos jóvenes que no habían podido ser contactados para octubre. Se crearon dos cuentas exclusivas de Niños del Milenio para este propósito. Se diseñaron mensajes especiales, para el joven, para sus familiares y para otros contactos, que fueron enviados solo por el correo interno o inbox de dicha aplicación. Gracias a esa estrategia, se pudo ubicar a 138 jóvenes.

Reciprocidad

A todos los jóvenes del estudio se les envió, por WhatsApp y/o email, la guía de consultas especialmente diseñada para ellos, con información muy útil sobre salud (COVID-19), trabajo, educación, salud mental, violencia y medidas de apoyo del gobierno. Además, se les entregó un presente de 50 soles para agradecerles el tiempo dedicado a responder la encuesta, un detalle que fue muy apreciado y que resultó un gran estímulo para su participación en el estudio. Un grupo prefirió recibir el dinero en diciembre, aunque la mayoría lo cobró entre agosto y octubre. El envío se hizo mediante una transferencia bancaria a la cuenta indicada por el joven.

Participación informada y voluntaria

El consentimiento informado y voluntario de los participantes es un elemento básico en un estudio como el nuestro, por lo cual este mecanismo debe explicarse cuantas veces sea necesario. Por tal motivo, se envió a todos los jóvenes del estudio un nuevo folleto impreso con información sobre el proyecto, porque muchos (que antes eran niños) se preguntaban por la utilidad de ser parte del estudio. En ese documento se detallaron los principales beneficios logrados para los niños y jóvenes del país gracias a los datos que ellos y sus familias habían brindado. Varios agradecieron la información.

En líneas generales, las adaptaciones que se hicieron para poder realizar el trabajo de campo mediante una encuesta telefónica, en uno de los países del mundo más golpeados por la COVID-19, contribuyeron a lograr un recojo de información exitoso. Sin embargo, hay dos elementos centrales en este proceso: en primer lugar, la gran dedicación de los encuestadores a su trabajo y su vínculo con los jóvenes del estudio; en segundo lugar, la constante comunicación entre el equipo de encuestadores y el equipo central de Niños del Milenio.

Niños del Milenio agradece al Consejo de Investigación Económica y Social de Reino Unido (ESRC) (ES/S004564/1 y ES/T001615/1). Damos las gracias también al Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID) por financiar al estudio Niños del Milenio entre 2001 y 2018, y a todas las organizaciones que nos han ayudado a financiar la encuesta telefónica en 2020 y 2021.