Como investigadora cualitativa del estudio Niños del Milenio, participé recientemente en la conferencia internacional de la universidad PUC-RIO sobre política internacional de protección infantil. En la conferencia presenté la importancia de considerar en la reflexión de los derechos y políticas protección infantil, las experiencias de los jóvenes que han experimentado la convivencia, uniones informales o la maternidad en la adolescencia. Toda la información presentada está basada en The Young Marriage and Parenthood Study que realizamos en 3 países del estudio Young Lives.[1]

El tema clave a lo largo de la conferencia fue que las voces de las niñas, niños y jóvenes aún permanecen marginadas en las discusiones sobre políticas públicas. En este sentido, las políticas que tengan como objetivo reducir los niveles de convivencia temprana en el Perú deberían considerarlas. Un paso crítico para lograr esto es encontrar más formas de empoderar a los adolescentes, especialmente a las niñas, para tener una voz más fuerte en sus elecciones de vida.

Hay muchas razones por las cuales las niñas conviven desde edades tempranas

América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde el matrimonio infantil y la convivencia temprana no disminuyen (https://news.un.org/es/story/2018/04/1431011); el 23% de las mujeres del estudio entre 20 a 24 años de edad estaban casadas a los 18 años.

Foto: Sebastian Castañeda / Niños del Milenio

Foto: Sebastian Castañeda / Niños del Milenio

Nuestras entrevistas con adolescentes y/o mujeres que se convirtieron en madres en la adolescencia en Perú sugieren que se requiere primero comprender los motivos que conducen a estas jóvenes a elegir dichas relaciones y segundo, ofrecerles mejores alternativas de vida.

La investigación que realizamos en Perú describe algunas razones por las que las adolescentes suelen verse tentadas a elegir la convivencia y el matrimonio desde edades tempranas como su mejor opción. Estas incluyen: falta de agencia dentro de su entorno familiar; el deseo de escapar de la violencia física, psicológica y  familiar; educación de baja calidad; y pobreza.

En general, muchas de las adolescentes que empiezan la convivencia buscan protección y bienestar, pero no están ni se sienten preparadas para iniciar una vida de pareja.

Las adolescentes entrevistadas que se casaron antes de los 16 solían venir de hogares más pobres, de áreas rurales e incluso ya habían abandonado la escuela. Muchas dijeron que se sintieron atraídas a convivir por la promesa de protección, seguridad emocional, atención y apoyo financiero.

“Me ayudó; me compró cosas, zapatos, platos y ollas … Me dijo: Te voy a apoyar” (Adolescente de Pangoa, inició la convivencia a los 16)

Por otro lado, las adolescentes con las que hablamos nos dijeron que habían abandonado el hogar de su infancia porque sentían que sus voces no eran escuchadas, sentían que estaban dentro de relaciones opresivas de poder y querían ser libres. Sin embargo, una vez que convivieron, la situación no fue muy diferente. Ellas experimentaron también relaciones similares con sus parejas, como Yolanda que comenzó la convivencia con su novio a los 16 años:

“Mi padre dijo que para qué estaba estudiando, dijo que no terminaría mis estudios porque primero terminaría con un marido. Él siempre me dijo eso, así que un día lo dejé. Al poco tiempo conocí a mi pareja, y empezamos a vivir juntos. Estaba emocionada por eso, pensé “Finalmente haré mi propia vida. Pero mi pareja es un poco celosa. A veces, cuando digo “voy a salir”, me dice “¡No!”(…) Yo quería terminar mis estudios, pero comprendí que eso no sucederá”. 

La libertad que buscaban las adolescentes es esquiva, ellas perciben que sus vidas están limitadas o controladas por sus parejas. El estudio encontró que las niñas que empezaron a convivir a una edad muy temprana (14 años) eran particularmente vulnerables al abuso físico y psicológico, y reportaron en las encuestas haberse sentido alguna vez forzadas a tener relaciones sexuales.

Las escuelas son una plataforma crucial para intervenir desde el principio.

En la conferencia en Brasil, las discusiones destacaron la importancia de invertir en las adolescentes para que puedan abogar por sus derechos a lo largo de su vida. Un espacio esencial para desarrollar esta capacidad es la escuela. El panorama positivo es que en Perú la brecha de género en el acceso a la educación se ha acortado en los últimos años y ahora, más niñas que nunca están terminando su educación básica.

Sin embargo, nuestra investigación sugiere que las adolescentes aun no tienen una voz lo suficientemente fuerte sobre sus elecciones de vida o situaciones domésticas. Sus primeras aspiraciones y expectativas a futuro, adquiridas algunas en la escuela, vacilan a medida que las niñas y adolescentes luchan por superar las relaciones desiguales de poder dentro de sus hogares.

¿Qué debemos hacer?

El acceso a la educación es crucial para las niñas, pero debemos ir más allá. En Perú, es bueno saber que hoy en día más niñas están terminando la educación básica como es su derecho. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿están recibiendo lo que necesitan para proyectarse a realizar una vida diferente?

Desde el comienzo de la escuela, las niñas deben ser alentadas a cuestionar los roles y estereotipos de género y aprender sobre la salud sexual y reproductiva en el marco de un enfoque basado en los derechos. Si las niñas que asisten a la escuela reciben una educación que les ayuda a entender las desigualdades de género y que las capacita, probablemente puedan reconocer que participar en una relación de pareja no es la única manera de cambiar sus vidas. Los niños, los jóvenes y las familias deben ser incluidos en este aprendizaje, ya que las niñas solas no pueden cambiar las relaciones de poder arraigadas que limitan sus elecciones de vida y su capacidad para ejercer sus derechos. Es así que sólo con la intervención de todos empezarán a caer los niveles de convivencia temprana.

A medida que nos acercamos al 30 aniversario de la adopción de la Convención de los Derechos del Niño por parte de las Naciones Unidas, es imperativo que intensifiquemos las medidas para garantizar que los niños, niñas y adolescentes tengan la capacidad de resistir y defenderse contra situaciones de violencia de cualquier tipo; así como para estar en una mejor posición para negociar sus opciones de vida.

Este es sólo un primer resumen de los hallazgos de nuestra investigación para el caso peruano. Nuestro informe completo con los hallazgos en Perú será publicado pronto. Para actualizaciones, síganos en @yloxford, @yMAPStudy y @NinosdelMilenio.

[1] El estudio Young Marriage and Parenthood Study (YMAPS) es una colaboración entre Young Lives and Child Frontiers incluyendo casos de estudio de Ethiopia, India, Peru y Zambia. IDRC  funded from 2017-2020 by IDRC.